La primavera del año 2020 está siendo rara, no cabe duda. El número ya es raro, 2020, tan simple. Hasta en romano lo es: MMXX. Luego está el clima. Todo el rato lloviendo en Málaga. Menos mal que Mayo ha venido con buenos augurios. Ha salido el sol y el Coronavirus empieza a dar tregua.
Pues, como dermatólogo, no lo ha sido menos. Me gustaría explicaros brevemente cómo se ha vivido esta crisis desde la perspectiva de un dermatólogo.
La llegada de la pandemia, a pesar de estar bien informado por lo vivido en China e Italia, me cogió, como a casi todos, con el pie cambiado. De buenas a primeras tuvimos que anular todas las agendas de 10 dermatólogos en el Hospital Quironsalud de Málaga y obedecer las consignas que se nos imponían con el Estado de Alarma. Sin embargo, en un gran hospital como este, la actividad no cesa nunca, y aun menos en una crisis sanitaria sin precedentes. Intervenidos por el Estado desde el primer momento, el hospital se puso al servicio de los ciudadanos con una estrecha y muy feliz colaboración con los servicios sanitarios públicos. A mi me tocó estar al pie del cañón durante todo ese periodo, si no en primera fila como los urgenciólogos, neumólogos e internistas, en la retaguardia para lo que se me ordenase. He estado, por tanto, trabajando a diario durante todo el confinamiento, y con ello he sido testigo de algunos datos curiosos relacionados con mi especialidad. Que me gustaría compartir con vosotros.
Piel y COVID. Cada mañana me desplazaba desde Benalmádena, atravesando el control de la Guardia Civil, para llegar al hospital y ser testigo de la reunión diaria del comité creado para la emergencia. Internistas, medicos de urgencia y de familia, neumólogos y dirección médica estudiaban a diario la situación, coordinando la actividad en un entorno de variabilidad extrema. Cada día surgían nuevas directrices, tratamientos o complicaciones. En esa vorágine, comenzaron a surgir casos dermatológicos asociados al coronavirus, que dermatólogos italianos ya habían descrito y que los colegas españoles rápidamente difundieron por redes sociales. En seguida comenzaron a llegarme imágenes por teleasistencia concordantes con la clínica que mis compañeros mencionaban. Los dermatólogos españoles, en un alarde de colaboración, pusieron en marcha un estudio multicéntrico al que nuestro hospital se adhirió de inmediato, y que fue presentado en la reunión matutina por el Servicio de Dermatología. De dicho estudio ha surgido el artículo científico más importante a nivel mundial sobre las manifestaciones cutáneas del SARS-COV 2, con 5 patrones que se pueden relacionar con el momento evolutivo y la gravedad de la enfermedad. Los más conocidos son las lesiones “tipo sabañón”, en niños sobre todo, y las manifestaciones de tipo trombótico, que se ven también en otros órganos.
Tumores de piel. De un día para otro, tuve que adaptarme de las consultas habituales a las teleconsultas. A ningún médico le gusta trabajar de esa manera. Para nosotros es fundamental el contacto con el paciente por muchos motivos. Sin embargo, la utilidad de este medio ha sido evidente durante este confinamiento. 12 carcinomas epidermoides de rápida evolución, 3 melanomas y varios carcinomas basocelulares de aspecto agresivo han sido diagnosticados a través de fotografías enviadas por los pacientes. La mayoría de esos casos fueron intervenidos durante el periodo de cuarentena, bajo las mayores condiciones de seguridad, y siempre que el beneficio superaba al riesgo de salir de domicilio.
Sarna. Para mi sorpresa, la patología estrella del confinamiento ha sido la sarna. No es una enfermedad rara, y los dermatólogos estamos acostumbrados a verla a diario en las consultas. Pero, tras más de 800 llamadas telefónicas en un periodo de 2 meses, uno averigua qué es lo que hace a la gente acudir desesperado a una teleconsulta con más frecuencia. La sarna, o escabiosis, es una infestación de la piel por un ácaro microscópico que surca túneles bajo la epidermis generando un picor vespertino insoportable. Su contagio se produce por un contacto íntimo, como el que se produce en un entorno familiar. Y hemos tenido el entorno más “familiar” posible del último siglo. Familias enteras han padecido la diseminación intrafamiliar del Sarcoptes escabiei, que es el tétrico nombre de este bicho. Imagínense. A todo el estrés generado por la pandemia, un picor insoportable que no deja dormir por las noches a ningún miembro de la familia. Suerte que las farmacias han permanecido abiertas y dando un servicio excelente, a pesar de la precariedad de nuestros sistemas de envío de recetas. Otros héroes de esta crisis de los que poco se habla.
Eccema de manos. Desde el principio, antes incluso de la alarma social y estatal, los medios de comunicación han difundido la importancia del lavado de manos. Esta medida, la número 1 en importancia, ha generado un daño colateral. La dermatitis o eccema de manos. Los detergentes de los jabones y los alcoholes de los geles antisépticos barren el manto ácido-graso de la piel como si de napalm se tratase en la guerra de Vietnam. Rojeces, picor, grietas y encima… ¡un chupito de gel en cada comercio! Medidas como geles syndet para el lavado, hidratación abundante y decidir en cada situación si es necesario volver a lavar son imprescindibles para restaurar la integridad de la piel de las manos. Que también es importante para defendernos del Corona y de otros virus y bacterias.
Máscaras.Y si las manos fueron las primeras en caer, los rostros han sido las últimas víctimas. La rosacea, la dermatitis perioral y el acné han comenzado a brotar como los rosales en mayo. Con sus espinas y todo. El estrés y las mascarillas, los grandes responsables. ¿Qué podemos hacer? Desde luego no quitarnos la mascarilla en entornos cerrados. Pero sí, sin embargo, cuando estemos en el exterior con posibilidad de estar a más de 2 metros del resto de viandantes ó en el coche, cuando viajamos sólos o con familiares. No utilicen maquillaje bajo la máscara, colóquenla siempre con la cara recién lavada y utilicen una nueva o recién lavada con frecuencia. Al llegar a casa lo mejor es usar un jabón suave o un agua micelar e hidratar adecuadamente.
Como expectador privilegiado de esta pandemia, saliendo a diario para cumplir con mi trabajo, he sido testigo de estas curiosidades. Pero también del gran trabajo realizado por un gran equipo en el hospital Quironsalud Málaga. Enfermeros y celadores. Auxiliares y médicos. Administrativos y personal de mantenimiento. Me siento muy orgulloso de lo que he visto y de formar parte de ello.
Y así como la pandemia se nos presentó como una empinada cuesta que tuvimos que escalar sin resuello, ahora que llega junio tengo la corazonada que podremos bajar juntos desde la cima de forma igual de rápida, con el corazón roto por los que se quedaron atrás, pero con la esperanza de un verano feliz.
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